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La insuficiencia de Oxígeno altera las células, ya que para suplir esa carencia recurren a su propio protoplasma alterando su metabolismo y generando sustancias tóxicas perjudiciales, que las oxidan formando radicales libres.
La activación de la circulación sanguínea aporta una mayor cantidad de oxígeno para rehabilitar la reproducción celular y el fortalecimiento de los tejidos, por tanto el oxígeno es el donante de energía que mejora la división y la renovación celular. Es un aliado fundamental para luchar contra el envejecimiento.
Para conservar una apariencia juvenil y fresca la piel necesita oxígeno.
El oxígeno es el donante de energía para la división y la renovación celular ya que con los años, los vasos sanguíneos de la piel se comprimen y disminuye la cantidad oxígeno a nivel celular y la capacidad regeneradora se pierde.

La piel pierde su estructura compacta, aumenta la profundidad de las arrugas, se va debilitando y envejeciendo. Los capilares comprimidos se transparentan y la piel se enrojece.
Con 30 años la piel ha disminuido su contenido de oxígeno un 25%, con 40 años ya se ha reducido hasta el 50% y además los capilares dilatados se transparentan.

Por otro lado, el día a día, el entorno en el que vivimos y nuestros hábitos, pueden hacer que nuestra piel esté asfixiada, llena de toxinas. Espacios con calefacción, aire acondicionado, polución e incluso las aguas tratadas del grifo, hacen que nuestra piel se intoxique en superficie produciendo granitos y ese color “verdoso” tan característico en las pieles asfixiadas.